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¿Quién tiene más aguante?

Faltan solo 48 horas para que conozcamos los destinos futbolísticos de la final de la Copa Libertadores del 2018.  Boca y River comenzaron hoy una guerra oficinista con sede en Paraguay para determinar que pasará con el superclásico.

¿Quién tiene más aguante?
BocaRiver
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Martes 28 de Noviembre el matrimonio siempre conflictivo pero incondicional Boca-River tienen turno en la sede de CONMEBOL en Asunción. El doctor Alejandro Domínguez, presidente de la institución junto con su tribunal de disciplina se encargarán de realizar el diagnóstico de situación y ver como siguen los pacientes en cuestión.

La posición de Boca a estas horas es clara: No desea bajo ningún motivo jugar el partido. Su pedido escrito a la máxima institución a nivel continental de fútbol explicita:

“Se suspenda de forma definitiva el encuentro de vuelta por la final de la Copa CONMEBOL Libertadores 2018 y se resuelva la descalificación del Club Atlético River Plate.” Junto con alrededor de 40 páginas de pruebas, el Xeneize busca cumplir su cometido.

Por el lado del eterno rival la situación es otra. Ahora no solo los separan los colores, sino también la concepción acerca de lo que debe suceder con la suerte de la final.

Según manifestó Rodolfo D’Onofrio, presidente del club de Nuñez, su intención es volver a foja cero. Mismas condiciones, mismos actores, mismo escenario. Equipos en cancha sin ninguna lastimadura, que suene el silbato y a jugar.

Por desgracia para los dirigidos por Gallardo, la realidad parecería a estas horas ser otra. En una conferencia de prensa montada en milésimas de segundo, Domínguez declaró:  “No están dadas las condiciones para jugar en Argentina” y agregó: “La disputa del partido está sujeta a lo que diga el tribunal de disciplina”.

A partir de estas declaraciones y producto de la vorágine, se comenzaron a barajar locaciones geográficas de todo tipo. Algunos destinos exóticos como Doha o Dubai (sede del próximo mundial de clubes), pero el que cobró más fuerzas con el correr de las horas es Asunción.

¿Qué representa esto? En primer lugar la pérdida de localía para River, dejando así la puerta abierta al ingreso de hinchas visitantes. Esto se traduce en una merma en la ganancia económica y coartar la posibilidad de festejar un posible campeonato con su gente.

Para Boca, en última instancia, significaría una suerte de ventaja deportiva. La chance de haber contado con su parcialidad en el encuentro de ida y que River no pueda hacerlo en el partido de vuelta, inclina apenas la balanza para los de Guillermo.

Lo cierto es que este partido ya no se disputa en el verde césped ni son 22 los enfrentados detrás de un balón. Los dos máximos poderes a nivel clubes del futbol argentino personificados se ven las caras en un lugar que les es ajeno, aunque no tanto.

¿Angelici y sus vínculos con la AFA y el Estado podrán con el aparente peso de D’Onofrio en CONMEBOL? En 48 horas los sabremos.

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